Dícese del uso engañoso
del marketing para promover una percepción errónea de que las políticas o los
productos de una compañía son adecuados desde el punto de vista medioambiental.
Lo que viene a ser querer subirse al carro de “lo verde” sin contraer un
compromiso real con la ecología.
Quiero pensar que hay
empresas y corporaciones que están dispuestas a
dar un giro de timón a sus planteamientos para satisfacer a un grupo de consumidores
que reclaman cada vez más alto y más insistentemente una vía sostenible y
ecológica. Desgraciadamente, hay muchas otras que se limitan a recurrir a un “lavado
de cara verde” que, cuanto más logrado, más eficaz, ergo más perverso resulta.
No deja de asombrarme la
cantidad de trabajo y dinero que algunas empresas pueden llegar a invertir en” hacer
creer algo” en lugar de “hacerlo”, y es triste pensar que si actúan así es porque
les resulta rentable.
La gota que ha colmado el
vaso de mi asombro ha sido la noticia de que en un pueblo del sur de China, han
decidido pintar la montaña de verde en lugar de reforestarla, invirtiendo en
ello unos 48.000 €. Ahora las casas parecen tener al fondo, en lugar de una
montaña, un decorado gigante de película de bajo presupuesto color verde
metálico. Imposible imaginar una imagen más metafórica de "maquillaje verde".