Una
nueva moda se está imponiendo con gran fuerza en cafeterías, bares, tiendas y
hasta en nuestras casas: la decoración con sacos de arpillera, con especial
predilección por los de café venido de países como Panamá o Brasil. Cojines,
tapicerías, biombos, pero sobre todo pufs,
y sobre todo, de los grandes.
Me
pongo a investigar un poco y encuentro desfiles de haute couture donde las modelos lucen prendas confeccionadas con
este tejido mezclado con seda y cuero con la leyenda “très chic!”
Resulta
curioso que se apoye el uso de este material insistiendo en el concepto
reciclaje, como si todos tuviéramos en casa enormes sacos de café de Colombia o
caña de azúcar de Brasil y no supiéramos qué hacer con ellos.
La
cuestión que se impone es si este material nos resulta atractivo per se, o bien es su característica
tipografía y los sellos tamponados lo que desencadena un clic en nuestro imaginario colectivo, seduciendo al pequeño colonialista
que llevamos dentro.
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